¿Por qué no me siento a meditar si sé que me viene bien?

Antes de nada permíteme decirte que…

NO ESTÁS FALLANDO AL MEDITAR, PUEDE QUE SOLO ESTÉS BUSCANDO ALMA EN UNA TÉCNICA QUE SIENTES VACÍA O, QUE TE REMUEVE MÁS DE LO ESPERADO.

Últimamente me está resultando muy difícil sentarme a meditar de forma habitual, “volver a crear ese hábito tan sano y recomendado”.

Hay una parte de mí que siente que no es suficiente y por eso no lo hago.

Me he propuesto mil veces eso de “voy a meditar todos los días”. He probado apps, cronómetros, guías más allá de los cursos que hago con duración determinada, silencio, bullet journal para escritura terapéutica…

Pero ¿qué pasa?

Me aburro. Me siento como si fuera algo mecánico, demasiado estructurado o demasiado abierto. Es como si la práctica no tuviera alma o me sumiera en el caos y me llevara por tangentes...

Siento que meditar, tal como me lo han enseñado, se ha convertido en una técnica vacía. 👀 Ojo, vacía ahora, pero que fue sumamente importante y necesaria en los inicios de mi proceso.

Y por otro lado, cuando lo hago sin guía puedo o no, acabar en un universo interno ininteligible.

Si te pasa a ti también, que llevas tiempo practicando y sientes que necesitas más, o algo diferente.

Si te pasa que sientes que la práctica se ha convertido en algo que “deberías”hacer”, en vez de en algo que nutre de verdad, o lo suficiente, como para DESEAR ese momento contigo cada día… este artículo es para ti.

Últimamente, como muchas pacientes me han comentado a lo largo de estos años, yo tampoco termino de sostener la práctica. La dejo. Vuelvo. Me frustro. La dejo otra vez.

Pero claro, es que no había encontrado una manera de meditar que realmente me alimente en el punto en el que estoy, que me entusiasme, que me dé ganas de sentarme a habitarme.

Por eso, en este blog, quiero compartirte por qué puede ocurrirte lo mismo y cómo darle chispa a tu práctica hasta el punto de crear hoguera que se convierta en hogar; cómo crear tu refugio último a través de tu práctica.

Quiero que meditar sea algo que deseamos hacer, no una imposición o una obligación.

Que sea un espacio de verdad de conexión interna.
Con contenido.
Con emoción.
Con belleza.
Con historia.
Con Alquimia.
Con Magia.
Con gozo.

Puede que ahora se vea algo como… sentarte en silencio y que aparezca el vacío, el aburrimiento o una incomodidad difícil de explicar (que no expande sino que te deja con mal sabor).

Y puede que vuelvas a dejarlo preguntándote:

¿Pero por qué me cuesta tanto meditar?
¿Por qué me aburre o me abruma sentarme a simplemente sentir el cuerpo?
¿Por qué me sigo poniendo la excusa del tiempo cuando se que puedo sacar 5 o 20 minutos de mi tiempo…?

Te entiendo perfectamente, creéme.
Lo que te pasa no es superficial.
Es real.
Es profundo.
Y merece ser escuchado, no forzado.

Lo primero que debes saber es que…
No es pereza. Es desconexión.

Lo que muchas veces interpretamos como “falta de voluntad”, “falta de disciplina” o “mente dispersa”, suele tener raíces más profundas.

Si aburre meditar, si lo posponemos, si no logramos sostenerlo, no es un defecto nuestro.

Es una señal.
Una señal que te da información de que la forma en que lo estás haciendo no está realmente conectando con lo que tú necesitas en éste momento.

Así que en éste artículo te voy a contar:

  • Algunas razones por las que no meditas (o no conectas con la motivación de sentarte a hacerlo) aunque quieras.

  • Cómo encender la chispa de tu práctica, devolviéndole el alma, creando esa conexión.

  • Dónde encontrar prácticas guiadas personalizadas que te lleguen al alma y con las que estés deseando cada semana sentarte porque tu cuerpo enciende un deseo que dice en voz baja: “Habítame” 🪷

¡Vamos allá!

 5 razones por las que no meditas (aunque quieras hacerlo)

1. El silencio no siempre es sinónimo de paz

Para muchas personas, el silencio puede significar vulnerabilidad, soledad o incluso peligro emocional. Es terreno incierto. Y puede activar memorias, ansiedad o incomodidad.

El cuerpo no siempre asocia la quietud con seguridad, y entonces, la práctica se puede vivir no sólo como vacía sino incluso como amenazante.

Lejos de calmar, el acto de quedarte en silencio te pone en alerta o te desconecta. Da miedo.

Y es que la calma puede sentirse para ti como un estado muy poco seguro.

Cuando hemos vivido experiencias que nos dejaron hipervigilantes, el simple hecho de “parar y sentir” puede desencadenar respuestas de defensa automática. Es como si el cuerpo dijera:

¿Estás segura de que es seguro quedarte aquí sin moverte ni reaccionar?

Esto no significa que meditar sea necesariamente malo.

Significa que necesitas una forma adaptada a tu historia y a cómo funciona hoy tu sistema nervioso.

Aquí te cuento cómo empezar a hacer que la calma se sienta como un estado seguro:

Lo ideal en estos casos es tener una biblioteca de recursos que puedas utilizar si tu práctica se vuelve abrumadora, y que estos recursos estén integrados también tus prácticas avanzadas, como forma de suavizar el miedo y saber que podrás navegar lo que te vas a encontrar.

2. Falta de sentido afectivo 

Sentarse a “observar la respiración” puede funcionar para algunas personas por muchos motivos.

Pero si eres alguien con una vida interna rica, creativa, con profundidad emocional y descubrimiento interior empezado, es muy posible que necesites algo con más emoción.

Sentarte a “observar la respiración” sin un anclaje emocional puede sentirse mecánico, como una tarea sin fuego.

Y es que muchos no queremos “regular nuestras emociones” queremos SENTIRLAS.

Contar las respiraciones está bien si nunca antes lo has hecho (y es lo que necesitas), pero si lo has probado ya, sentarte a hacer sólo eso pues… puede llegar a aburrirte. 

Las prácticas neutras funcionan para algunas personas, pero otras necesitamos ritual, contenido, sensación, intensidad.

Sin una intención emocional clara en la que podamos atravesar lo que nos sucede, en vez de suavizarlo, la práctica se puede volver estéril.

Inhala en 4, 3 , 2 , 1 …
Exhala en 6, 5, 4, 3 ,2 ,1 …

Vale si ¿y ahora qué?

Ok, siento que estoy un poco menos tensa, pero …

¿qué hago cuando vuelva a salir ahí fuera?
¿Cómo termino de cambiar mi situación?

¿Te resulta familiar?

3. Sobrecarga de auto-observación

Personas con una conciencia emocional desarrollada, quizás con formación terapéutica, o con un trabajo interno desarrollado, entramos en ese espacio con un coro de partes internas que están listas para manifestarse, sombras que quieren ser vistas, emociones que quieren brotar al instante, deseos que están esperando a ser explorados…

Y si entre todo ese ecosistema interno nos encontrarnos con el centro y el silencio que nos ayuda a integrar la experiencia, maravilloso…

Pero es que no estamos buscando silencio, regular nuestro sistema nervioso, o relajarnos… eso ya sabemos más o menos hacerlo, tenemos las herramientas, aunque no siempre las pongamos en práctica.

Queremos un espacio donde vernos más de cerca aunque eso implique activación.

Ahora bien, si tienes muchas partes internas activas, una mente analítica o emocionalmente despierta, tu práctica meditativa puede convertirse en una “explosión de voces internas” sin contención.

Y a veces el sistema se apaga para protegerse: aparece el aburrimiento, la distracción,  la confusión y la incomodidad.

Si no hay contención, guía o estructura emocional, ese silencio se vuelve abrumador o desconectado.

4. Ausencia de simbolismo

La meditación “plana” sin visualización, sin contenido, sin belleza es como estar en una habitación blanca sin ventanas.

Algunas personas necesitamos que nuestra práctica tenga imágenes, metáforas, símbolos, belleza, para que haya deseo, emoción, vínculo.

Necesitamos que las meditaciones estén pintadas con atisbos de realidad, de experiencias y situaciones que hayamos vivido, que nos remuevan, que nos conecten con nuestra verdad más profunda y con nuestro día a día.

A veces, sin simbolismo, sin arte, sin historia, se nos puede hacer algo complicado quedarnos en la meditación. Es como entrar a un espacio oscuro, frío, sin música ni vida.

5. Falta de Guía

A todo esto, la falta de una guía es importantísima.

Porque seamos realistas; si, puedes ser creativa y tener experiencia meditando o practicando, pero cuando tu mente se defiende (que por mucha experiencia que tengas también lo hace de formas sutiles) puede que no te des cuenta.

Y es que a tu cuerpo también le puede costar sentirse a salvo sintiendo según qué cosas. Por ende, también se puede desconectar o se distraer llevándote por una tangente más allá de tu mundo interno, danzando por la superficialidad como mecanismo de defensa.

¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que te des cuenta para regresar a donde estabas o incluso volver a empezar? No digo que no se pueda, pero es mucho más tedioso.

Tener una voz externa una guía que sirva como estímulo para regresar, que te de estructura y dirección para que puedas fluir sin tener que controlar “o estar pendiente de por dónde vas en el proceso”… yo personalmente lo aprecio mucho. 

Entonces… ¿cómo volver a una práctica viva?

Meditar como sabes, no es solo “dejar de pensar” o estar en silencio.

Es habitarte desde lo que te importa.
Y es también un acto creativo, íntimo, simbólico.
Pero sobre todo, es importante que se adapte a tu manera de sentir, pensar y vibrar, así como a tus necesidades en cada momento vital mientras te entregas a la guía que te ayuda a regresar a las profundidades que quieres visitar a tu ritmo y con contención.

5 Formas de devolverle el alma a tu meditación

1. Medita con propósito emocional

En lugar de sentarte “a hacer silencio”, elige un tema con sentido para ti:

“Hoy medito con la parte de mí que quiere esconderse.”
“Hoy medito con mi energía Yin”
“Hoy me siento a respirar con mi niña interna.”

Esto transforma la meditación en una práctica con contenido emocional.
Algo que exploras, no solo tachas de tu lista de cosas que hacer.

2. Agrega belleza y simbolismo

Crea un pequeño ritual visual, auditivo o táctil.

Enciende una vela, usa una imagen que te inspire en la temática de tu meditación, pon música suave, dibuja, usa aceites esenciales…

Haz que ese espacio tenga espíritu, no sólo técnica.

3. Hazlo breve, pero con intención, significativo

No necesitas 20 minutos si eso te aleja.

A veces, 5–7 minutos con presencia real nutren más que 30 minutos de desconexión silenciosa.

La clave no es la duración.

Es el sentido, la emoción, el deseo, la integración de un “momento ajá” o un insight que te ayuden a entender el camino que transitas con amabilidad y compasión.

4. Permite que te guíen

Dejarte llevar por alguien con quién conectes, o por temáticas específicas que te resuenen, pueden hacer mucho más excitante la experiencia de meditar.

No tienes necesariamente que recordar una estructura, o rebuscar en tu interior, o asegurarte de que no te has olvidado de ningún paso.

Delegas todo esto, y permites que brote lo que está listo para ser visto en ese momento a medida que te entregas a la experiencia.


5. Hazlo con alguien 

Compartir tu experiencia no sólo puede motivarte a crear el espacio para llevar a cabo tu meditación sino que además puede ayudarte a integrar lo vivido.

Poder compartir lo que subrayas de la práctica, lo que sacaste de ella, lo que te sorprendió o lo que viste y cómo vas a tenerlo en cuenta para los días que se vienen, puede servir de mucho para seguir dando pasitos al tiempo que mantienes ese momento sagrado contigo. 

Ahora bien, ¿Dónde puedes encontrar prácticas personalizadas?

Generalmente las prácticas personalizadas se crean a partir de una consulta con un terapeuta, o el uso de temáticas especificas. Pero también tienes otra opción.

Para que tu cuerpo empiece a vibrar con las ganas de crear ese momento íntimo contigo de forma sagrada y no como una obligación sino como algo que te enciende…

Y para que empieces a escuchar esa voz que no te grita, sino que susurra “Habítame”, puedes formar parte de mi comunidad.

Todos los meses te envío una práctica gratuita guiada en base a lo que estamos transitando con toda esa riqueza de la que te hablo en éste artículo.

Así que si te apetece, lo primero que puedes hacer es rellenar este formulario para hacerme saber lo que estás transitando.

Pero espera, ¿Contarme lo que estás transitando? ¿Para qué? ¿Qué voy a hacer con esa información?


Mi intención es tenernos muy en cuenta para el contenido de la creación de la próxima meditación guiada con alma.

Nos quiero meditando gozosas, conectando con nosotras mismas al ritmo que nos apetezca, con amabilidad, placer, y curiosidad, en vez de con perfección, obligación y exigencia.


¿Con qué quedarte? 

Esforzarme a meditar, como quien quiere cumplir con una dieta estricta, no es algo que me motive. Y creo que a ti tampoco, así que ¿por qué no acercarnos a la práctica como quien enciende una vela para hablar con una parte olvidada de sí? 

Meditar no tiene que ser una práctica rígida.

Puede ser una forma de arte. Un espacio íntimo. Una experiencia viva.

No estás fallando porque no te funcione el sentarte en silencio a ver que surge o respirando de forma estructurada..

Solo necesitas crear tu propio lenguaje de reconexión, para encontrar así la llama que mantenga la hoguera de tu práctica encendida. 

Si te apetece formar parte de la comunidad y recibir una meditación guiada gratuita cada mes, para añadirla a tu biblioteca personal de recursos de Bienestar, puedes hacerlo aquí. Te esperamos con gusto.

 


OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS:

  • No trabajes en tu autoestima te cuento porqué y qué hacer en vez de eso - Leer Más

  • Formas sutiles en las que nos engañamos a nosotras mismas para acabar haciendo algo que no resuena con nosotras y cómo evitarlo - Leer Más

  • 7 señales silenciosas de que estás perdiendo tu poder personal (y cómo reclamarlo ahora mismo) - Leer Más


 

¡HOLA, LYDIA POR AQUÍ!

Sensible introvertida que solía vivir con miedo a la intensidad de las emociones, pero con un gran propósito y sueño que siempre me atraía hasta donde estoy hoy.

Mi pasión, acompañarte a reconectar con quien verdaderamente eres, en integridad con tus valores, a que reclames tu poder, reconectes con tu fuerza y que te sientas radiante, valiente, sensual y vibrante en tu cuerpo, tu profesión y tus relaciones.

 

EXPLORA EL BLOG


 

ENVÍA TUS PREGUNTAS

De forma anónima, puedes enviar las dudas que tengas sobre algún aspecto de tu salud mental, tus relaciones personales, sexualidad y en general, sobre cómo mejorar tu Confianza & Bienestar.

Siguiente
Siguiente

Tu Cuerpo Sabe Cómo Sanar · Una práctica ancestral para liberar el estrés y disolver el trauma en tu cuerpo ·